martes, 15 de junio de 2010

Hypnos

Actualmente con todo este boom tecnológico nuestra vida empieza a desenvolverse en dos escenarios, que vistos desde arriba pertenecen a un solo entorno pero que, analizados en detalle, son dos esferas distintas: una física y una que no lo es. El plano real y el virtual.

Muchos estudios, en particular los de corte sociológico, se encargar de estudiar estos procesos. Y no es para menos, las configuraciones que en términos de socialización están produciendo los mismos no tienen parangón alguno; desde hace un buen tiempo que los paradigmas de la comunicación y la sociabilidad se han visto alterados; incluso no podemos hablar de un nuevo paradigma ya institucionalizado puesto que la vertiginosa evolución en las tecnologías hace que la vida de un año sea distinta a la del año anterior o a la del año venidero.

Sin embargo no es mi intención contribuir aquí con más reflexiones sobre este tema tan en boga; solo quiero hacer ver que este proceso de bipartición del campo de accionar humano ya lo venimos viviendo desde el inicio de los tiempos, a una escala individual obviamente.

Me refiero a los sueños, los mismos dividen nuestras realidades en dos: las que vivimos conscientemente y las que se reproducen mientras dormimos. La diferencia sustancial con los procesos que hoy vivimos es que, estos últimos, nos involucran a todos (o casi todos); mientras que el proceso de escisión que producen los sueños son más individuales, íntimos, personales.

Cabe aclarar que no quiero reflexionar aquí sobre los sueños bajo mediciones rígidas, es decir, bajo criterios de cientificidad. Tampoco pretendo desacreditar tales estudios, pero me gusta liberar mi mente y soltarla de ataduras; prefiero pensar que los sueños son expresiones de nuestra alma, visualizaciones de las necesidades de nuestra existencia.

Muchos de nosotros hemos experimentado esos sueños que se sienten muy reales, sueños que cuando nos despertamos nos dejan pensando e incluso nos invitan a repasar nuestros pasos como buscando puntos en el tiempo para ver si realmente esos acontecimientos se dieron o si, efectivamente, no son más que un sueño. Este tipo de sueños suelen ser de varios tipos: premonitorios, aquellos que nos muestran los próximos acontecimientos; de advertencia, que nos alertan sobre algo, alguien o sobre nosotros mismos; y dramatúrgicos o dolorosos, aquellos que al despertar te dejan un mal sabor de boca y que te hacen maldecir los sueños por ser la peor de las torturas mentales.

Pero si hablamos que los sueños son las expresiones de nuestra alma, ¿quiere decir esto que nuestra alma busca torturarnos? No, no lo creo. Lo que sucede aquí es una disputa existencial entre lo que anhelamos y los hechos que nos abofetean en la realidad. Constantemente buscamos explicaciones a todo, razones que argumenten el por qué de las cosas; y es esta sed de explicaciones lo que propicia que nuestra alma, en sueños, manifieste nuestros deseos. Pero así como hoy la brecha digital nos dice que no todos vivimos en este mundo de ensueños, el despertar nos muestra que esa “realización” no es más que un refrigerio que toman nuestras almas a través del sueño.

Claro que, con el pasar del tiempo, ese dolor del despertar se va disipando y volvemos a nuestra cotidianidad. Ahora bien, personalmente creía que estos eran los tres tipos de sueños reales, no había considerado otra posibilidad por el hecho de saberla fantasiosa desde el primer momento. Pudiéramos hablar de un cuarto tipo, opuesto al dramatúrgico, es decir, uno placentero.

Con ello no me refiero a lo que llaman fantasías sexuales sino aquellos sueños que justo al despertar nos producen el comentario “¡Ay! Tan bien que estaba soñando”. ¿Qué pasa con está clasificación? Que desde su frase primigenia ya existe una contradicción: no puede ser un tipo de sueño real puesto que desde el primer momento reconocemos el hecho de ser un sueño. Los tipos anteriores a pesar de que llegan al mismo desenlace, duramos un tiempo cuestionando la veracidad de los mismos y revisando si en algún punto atrás esos acontecimientos en realidad se dieron.

Hasta ahora, mis sueños reales habían sido de los tres mencionados con anterioridad, formando así una tendencia. Hoy despierto experimentando un sueño real pero que produce en mi alegrías y lo curioso es que, me tomó un tiempo descifrar que era un sueño. ¿Pudiera llamar entonces a este cuarto tipo de sueño esperanzador, como aquel que nos muestra una posibilidad a futuro?

No es premonitorio debido a que lo que nos muestra no es un evento que ocurrirá tal cual, sino una posibilidad y es esa posibilidad lo que alimenta esa esperanza.

Nuestra alma manifiesta entonces una necesidad, un anhelo. Pero lo curioso es lo real que se siente; hasta ahora, como había indicado, mis sueños eran más dramatúrgicos y pocas veces premonitorios o de advertencia. Este sueño produjo una sensación tan real que pudiéramos hablar de ese termino del no tiempo, entendido aquí como una suerte de viaje astral que me ubicó en un espacio y tiempo determinados de otro momento.

Un acortamiento de distancias fue la sensación que me dejo este hecho, y no me refiero a distancias geográficas sino a distancias entre conexiones o interacciones humanas; un acercamiento que da esperanzas y que me hace sentir que desde esta oscuridad en la cual me gusta refugiarme para pensar, brotará en algún momento una flor que materializará la esperanza vivida en este sueño…

2 comentarios:

  1. Está como ecléctico este blog... jajaja. Ojalá y en algún momento encuentres el mío...

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