martes, 15 de junio de 2010

Globalización II - Tensiones y conflictos ideológicos, culturales y comunicacionales

Siguiendo un poco con lo anterior, que ya venía introduciendo algunos aspectos de interés aquí, este proceso recientemente llamado globalización y la expansión de su visión y sus promesas, ha ido creando movimientos que se le resisten; grupos que consideran –por usar términos del mundo de la moda- que lo “In” es estar “Out”.

La primera tensión, la que se da en el plano ideológico, sitúa a dos actores en el debate: los apologéticos de la globalización que pregonan y, desde su posición beneficiosa, dan fe de sus premisas; y aquellos que plantean dos críticas rotundas, 1 el desarrollo económico y puramente tecnológico no permite el desarrollo integral de los seres humanos y de las sociedades de las que forman parte; 2 el desarrollo material puede terminar distorsionando los valores culturales como horizonte de vida. Aquí entraría lo que me gusta llamar “la religión de este nuevo tiempo: el consumismo” caracterizado por un “Dios” ciego, sordo, mudo e insensible que no es otra cosa sino el reflejo de nosotros mismos.

De lo anterior tomemos algo relevante: lo tecnológico. Desde mediados del siglo pasado la humanidad ha venido experimentando un cambio tecnológico tras otro y cada vez más con mayor impacto en nuestro modo de vivir. Aquí se da otro conflicto: hay quienes sostienen la neutralidad de las tecnologías, su “bondad o maldad” vendría dada por el uso y apropiación que se haga de ellas; y si bien esto del uso y la apropiación es necesario, soy de los que se pliegan al band de la no neutralidad de las tecnologías. Sin necesidad de caer en maniqueísmos lo que se quiere resaltar aquí es que si bien las tecnologías facilitan el modo de vida, esto es solo para los que tienen acceso a ellas; por lo general la emergencia de una nueva tecnología termina potencializando la exclusión y la desigualdad.

Es necesario tener presente este debate sobre la neutralidad o no de las tecnologías, pues este constante entrecruzamiento entre información y comunicación aspira hacer del mundo un solo mundo; lo que ya antes se asomaba con la idea de aldea global de Mc Luhan (popularizada por la triada Corporaciones-Estados metropolitanos-Medios de comunicación) Dicho en otros términos, este solo mundo aspira a la homogeneización del hombre y la sociedad.

No es azaroso que ante la posibilidad de la uniformidad global emerjan visiones nostálgicas que claman por las diferencias, no en el sentido de excluir y marginar sino de reivindicar al otro. Esta nostalgia se traduce en resistencias (políticas, culturales, sociales) que buscan rescatar lo heterogéneo y con ello nuevos caminos ante las degradaciones del sistema que estos últimos critican.

Pero esta resistencia es difícil pues la homogeneización se apoya o, mejor dicho, surge de la llamada industria cultural que hoy día se vale preponderantemente de los medios y actúa a través de ellos con la publicidad. La presentación publicitaria tiende a ofrecernos un mundo que unos acogen con beneplácito y otros niegan. Detrás del mensaje publicitario se esconde algo de relevancia: la producción programada que define tanto al consumo como al consumidor. En esta “religión”, el consumismo, los medios constituirían el panoptikón que otrora era Dios; de esta metáfora lo que se extrae es que esa aparente sensación de libertad no es plena como tal sino que está sujeta al mercado.

Lo idéntico surge como molde que busca absolutizar la imitación. Los “productos culturales” están arreglados para ser consumidos y desechados, y no para ser cuestionados. Como bien dirían los Frankfurtianos, en especial Horkheimer y Adorno, el entretenimiento anula toda capacidad crítica, produciendo atrofia.

Retomando, las tensiones a nivel ideológico giran en torno a si plegarse o no a la globalización; en términos comunicacionales y tomando en cuenta que estamos enmarcados dentro de la sociedad de la información, el conflicto estriba en la neutralidad o no que poseen las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC); por último y quizás el más crucial, pues considero toca las otras dimensiones, la disputa entre lo heterogéneo y lo homogéneo en el ámbito cultural.

Bien nos decía Wallerstein sobre este momento en el que dos ideologías imperan aún siendo opuestas pero a la vez simbióticas: el universalismo y el anti-universalismo (emancipatorio de las diferencias).

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