viernes, 2 de julio de 2010

Turbulencia Mental

La lluvia de ideas no se detiene en el interior de una mente ávida de darle interpretaciones a todo lo que acontece a su alrededor. Las imágenes, los olores, las sensaciones, todas ellas son un aluvión de estímulos incesantes que no dan descanso al ser pensante.

Un trueno con su estruendo agita la mente revolviendo los tiempos. Pasado, presente e ideas sobre el futuro se cruzan sobre un mismo tiempo: Añoranzas y anhelos. Y todas las ideas levantan sus manos en aquel gran auditorio, ansiando expresarse, deseando dejar de ser una simple esencia en la oscuridad de una mente y verse cobrar vida en la pluma del escritor o en la acción del militante.

Bailan todas en aquel gran salón portando antifaces, antifaces que cubren los rostros que aun no poseen. Existencias sin cuerpo pero cargadas de una substancia que una vez materializada no puede ser apropiada por un solo intelecto. Una vez que inicia el baile, las ideas danzan por aquí y danzan por allá, paseándose de mente en mente, configurándose de acción en acción.

Pero al interior de la mente que originalmente las concibe la serenidad parece no conocerse. Aunque anteriormente las ideas fueron acaparadas para, bajo justificaciones de toda índole, ejercer dominación (sumisión); hoy, aun cuando igualmente se ejerce influjo a través de ellas, se reconoce que la razón de su existencia está en el hecho de que nacen para ser democratizadas.

Esto permitiría un intercambio de oleadas mentales, un tsunami de ideas, que prolongaría la vida de las mismas al reajustarlas a los nuevos tiempos y robusteciéndose con las sugerencias de cada particularidad. Su voz es nuestra voz, su alma es el alma de todos.

Sin embargo, así como hay ideas que día tras día se forman en una mente, hay otras que se ven extinguirse. No solo es esta lluvia incesante la que atormenta la mente del ser pensante, sino también lo es el fuego crepitante de las ideas que se apagan. Los esquemas cognitivos de la mayoría cada vez se ensanchan menos, cada vez se hacen más homogéneos. Lo tétrico de todo esto es que bajo el romanticismo de la Igualdad las mentes se encuentran amenazadas por un proceso de uniformidad que socavara el libre derecho que tienen las ideas a danzar de una mente a otra, creciendo en el baile, viendo emerger nuevas ideas danzantes.

Realmente el conocimiento representa poder, por ello cada vez se hace más imperiosa la necesidad de que todas las mentes pensantes exterioricemos nuestras turbulencias mentales y les causemos perturbaciones a los agentes uniformadores con éstas ideas que si bien nacen siendo de cada uno, crecen siendo de todos. La emancipación de las diferencias aunadas a la dialéctica constante de quienes piensan una cosa y quienes piensan otra, es la única manera de reconocernos a plenitud. Mientras sigamos desconociendo componentes de nuestra esencia, seguiremos bajo una estática que nos deshumaniza.

Y eso es lo que hoy me perturba: la incapacidad de la mayoría de la humanidad para dejar danzar sus ideas. Es más fácil asimilar que resistir, más fácil repetir que pensar… ¡Que lamentable!

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