sábado, 3 de julio de 2010

Frente a un espejo

Sentado estoy frente a un espejo. Pero, ¿Qué clase de espejo es éste, donde no puedo ver mi propio reflejo? Me cuesta mucho describir lo que veo más allá de mí, y me cuesta aún más describir lo que siento dentro de mí. ¿Qué nombre le doy a lo que experimento? ¿Qué nombre lleva el rostro que veo?

Un rostro lleno de gracia es lo que veo, pero de igual manera también veo sufrimiento. Después de todo, ¿Qué rostro sobrevive inmaculado a las fauces del tiempo? No me refiero a arrugas, canas o carcamales; me refiero a las experiencias vividas que cuenta una mirada.

¿Es este espejo una clase de vitrina? Pero las vitrinas se hacen para que se vea lo que queremos mostrar, ¿cómo hacer entonces para ver lo que no se quiere mostrar?

Supongo que esto es lo que llaman confianza: lo que está más allá de mí, lo que refleja el espejo, no me es desconocido. No temo desenmascararme entonces y al mismo tiempo ver su “desenmascaración” en proceso. Si, lo sé, una palabra un tanto fuerte para describir que no hay freno al momento de mostrar la marca de los azotes del tiempo.

Esta es una cercanía relativizada: la paradoja de nuestro tiempo. Me siento frente al espejo y mantengo una conversación con un rostro que no me acompaña y que no acompaño, pero donde, paradójicamente, nos sentimos cercanos. No hay contacto, no hay tacto, pero tal parece que no se necesitan brazos. Hay ausencia de abrazos, de mimos, pero el afecto está allí, puro y cristalino.

Son estas paradojas las que posibilitan el deseo de ir más allá del espejo, de cruzarlo. Lo curioso aquí es ¿qué nuevo sentido se va a buscar? Estando de este lado oigo, veo, siento; pero no saboreo ni olfateo. El espejo revela un rostro con el que puedo charlar pero me muestra una rosa cuyo olor no puedo apreciar, me muestra un dulce que no puedo degustar.

No sólo es el choque entre el tiempo y el espacio, y su posterior pulverización. Se trata también de una reconfiguración total de todos nuestros sentidos. Es una nueva etapa de adaptación demandada por un nuevo tiempo… Hemos sabido adaptarnos bien, hemos sabido sentarnos todos y hablar entre espejos; pero en esta adaptación experimento una sensación que no tiene parangón con algún otro momento; más sin embargo, esta sensación puede darse en cualquier tiempo…

Frente al espejo me pregunto: ¿Con qué nombre describo esto que siento?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario