viernes, 6 de agosto de 2010

Un diluvio de preguntas (Buscando respuestas)

Las olas van y vienen, el viento sopla suavemente y la luna brilla de manera tenue. Una joven de piel palidecida y un largo cabello plateado está sentada en la fría arena, cerca de la orilla de la playa, mientras deja que el agua tibia que va y viene humedezca sus pies y limpie sus impurezas. Su única compañía es la luna llena y la infinidad de estrellas que, reflejadas en la inmensidad del mar, dan la impresión de estar sentada en algún punto del cosmos.

- Debo decir que me ha causado profunda curiosidad tu actitud.

La blanca joven parece escuchar las palabras del nuevo huésped de aquel templo natural pero no desvía su mirada, que tiene fija en el horizonte, así como tampoco emite comentario alguno. Su nuevo acompañante, un joven alto de piel un poco más bronceada, se sienta a su lado en la fría arena y saca a relucir sus pies y a colocarlos en la orilla para recibir también el baño de aquella cálida agua. Su vestimenta era una larga túnica blanca, con extraños símbolos en los bordes de las mangas bordados en un color azul celeste. La chica solo la acobijaba una enorme frazada gris.

- Confieso que se me hace muy extraño encontrar a alguien con una mirada tan fija en el horizonte. Veras, por lo general veo que muchas personas van de un lado al otro sin detenerse realmente a mirar. Se alimentan sin saborear y viven sin disfrutar. A esto último quizás pudiéramos decir que hay quienes si “disfrutan” la vida, pero yo diría que su concepto del disfrute es bastante retorcido…

La chica sigue sin desviar la mirada aunque pareciera estar atenta a cada palabra, por mucho que la apariencia indica que de seguro se encuentra inmersa en un mundo propio. El muchacho tenía su mirada puesta en el rostro de la chica buscando algún contacto de miradas, pero decide no insistir y se pone también a mirar el horizonte. Después de todo, él entiende que aquí las palabras van a tener un mayor impacto que un cruce de miradas.

- Es por ello que me sorprendo contigo. Y mi sorpresa es más porque sé que llevas tiempo mirando el horizonte con esos ojos inquisidores, con esas pupilas filosas cual navajas que buscan cortar el tiempo para evitar el flujo de los acontecimientos pues llevas tiempo sin encontrar respuestas al diluvio de interrogantes que inundan tu alma. Sería de mi agrado daros respuesta, pero no las tengo. De hecho, yo también tengo mis interrogantes y he empezado a creer que la respuesta no viene de terceros sino de uno mismo; la vida es la única que tiene la suficiente capacidad de respuesta a todas y cada una de nuestras preguntas pero ese proceso solo se completa cuando tenemos la suficiente entereza de ver más allá.

El muchacho se detiene y con su mano derecha toma un puñado de arena que deja caer frente a él mientras va observando cómo los granos de arena son arrastrados por el viento, pasando por frente de la inamovible mirada de la chica y siguiendo de largo hasta perderse en la infinidad.

- Sin embargo, esto de ir más allá no es nada fácil de cómo pudiera pensarse. ¿Cómo hacer para ver más allá del sufrimiento y encontrar en él un sentido? ¿Cómo darle sentido a una pérdida? ¿Cómo pudiera sernos esto útil y en qué sentido? ¿Cómo desdoblar nuestra alma para entender la complejidad del flujo de los acontecimientos y entender que nuestra existencia se mueve en una infinidad de planos? ¿Cómo hablar de planos cuando la única constancia de mundo que tenemos es éste y que nos parece, en extremo aunque con sus excepciones, cruel y despiadado? ¿Cómo visualizar la frágil frontera entre nobleza y egoísmo? ¿Cómo entender que algunos tienen un camino de existencia que requiere de eventos distintos a los que humanamente nos pudiéramos imaginar? ¿Cómo despedir entendiendo que no es una despedida?

Las lágrimas humedecen la arena. La mirada de la joven sigue fija pero sus pupilas reflejan dolor y tristeza; sus mejillas parecen el cauce de dos delgados riachuelos pero, repentinamente, algo detiene el flujo de las lágrimas. El brazo izquierdo del joven se extiende y su mano limpia las lágrimas de aquella triste muchacha. Acto seguido el muchacho busca erguirse un poco y de su espalda brota y se extiende, aunque igual queda encorvada, un ala de indescriptible belleza que abraza a la muchacha. Aquel plumaje era muy distinto al que pudiera tener cualquier ave y solo al contacto pudiera uno encontrar algo de alivio.

- Y así las preguntas pudieran continuar hasta extenderse a la infinitud del cosmos. Pero ten la certeza de que por muy imposible que parezca, todas esas interrogantes tienen sus respuestas. Si, ciertamente yo tampoco he dado con las respuestas a mis preguntas pero sé que daré con ellas. Nuestra existencia va mucho más allá de lo que menudamente alcanzamos a comprender pero hay puntos en la vida de cada uno en la que se activan estos “dispositivos de búsqueda” y empieza toda una resignficación de la realidad, de la vida, del universo y también de la muerte…Es difícil no detener el flujo de pulsaciones oscuras que emergen en todo este proceso de búsqueda. Yo os diría que no los detengas, déjalos fluir como una expresión de las energías que convergen en una esencia; reconócelos y domínalos.

Dicho esto, el joven aleja su ala de la muchacha y se desborona en una nube de polvo que es arrastrada por el viento. A lo lejos, se oye de nuevo su voz retumbando en todo el templo natural…

- Ten presente siempre esto: todo tiene un sentido en este universo. Si alguna existencia no lo tuviera, créeme que no existiría. Y no me refiero a una existencia corpórea, sino también a la esencial; en otras palabras, si nada tuviera sentido, nada existiría y como nuestras esencias no pueden concebir la idea de la nada es porque todo, por muy difícil que parezca creerlo así, tiene un sentido. ¿Acaso pudieras imaginar una oscuridad perenne sin siquiera halos de luz? No lo creo…

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