domingo, 14 de noviembre de 2010

Una canción que hace añicos mi alma...


Ya muy entrada la madrugada

en un momento donde la razón y la pasión convergen,

mi mente no sabe qué sentir

y mi alma qué pensar.


Sentado frente al monitor

decido abrir el reproductor

y dejar la música sonar.


De manera sutil se oyen unas notas

que un cello entona.

Es una caricia sutil que,

en un sutil crescendo,

mi alma desmorona.


Regresa la quietud

y con ella la reflexión,

pero aparece igualmente el crescendo

y de nuevo la agitación.


¿Qué es todo esto que siento?

¿Qué es este caudal de recuerdos?


Un constante revivir,

un constante repensar.


Ahora las notas chillan

así como chilla mi alma.

Ellas buscan finalizar su sonata

y yo escapar de esta marejada.


Cala bien la frase que versa

“después de la tormenta llega la calma”,

porque luego de las invisibles lágrimas

la paz es la morada de mi alma.


Todo finaliza,

llega el final de la sonata,

llego al final de esta marejada,

llega el final de la madrugada

y se inicia el día con la luz del alba.


Acaba la noche de desencanto

y la antítesis de la obertura

torna al ending esperanzador.


He de refugiarme en la cama

esperando amanecer con el pleno sol.


He de secarme el alma

con un viento alentador.


Adiós es el título de la canción…

1 comentario:

  1. Coño Marx, tenías tiempo que no publicabas nada por aquí...

    A mí, escribir ya casi no se me da ahora =/

    Saludos Marx... Cuidate

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