
en un momento donde la razón y la pasión convergen,
mi mente no sabe qué sentir
y mi alma qué pensar.
Sentado frente al monitor
decido abrir el reproductor
y dejar la música sonar.
De manera sutil se oyen unas notas
que un cello entona.
Es una caricia sutil que,
en un sutil crescendo,
mi alma desmorona.
Regresa la quietud
y con ella la reflexión,
pero aparece igualmente el crescendo
y de nuevo la agitación.
¿Qué es todo esto que siento?
¿Qué es este caudal de recuerdos?
Un constante revivir,
un constante repensar.
Ahora las notas chillan
así como chilla mi alma.
Ellas buscan finalizar su sonata
y yo escapar de esta marejada.
Cala bien la frase que versa
“después de la tormenta llega la calma”,
porque luego de las invisibles lágrimas
la paz es la morada de mi alma.
Todo finaliza,
llega el final de la sonata,
llego al final de esta marejada,
llega el final de la madrugada
y se inicia el día con la luz del alba.
Acaba la noche de desencanto
y la antítesis de la obertura
torna al ending esperanzador.
He de refugiarme en la cama
esperando amanecer con el pleno sol.
He de secarme el alma
con un viento alentador.
Adiós es el título de la canción…
Coño Marx, tenías tiempo que no publicabas nada por aquí...
ResponderEliminarA mí, escribir ya casi no se me da ahora =/
Saludos Marx... Cuidate