domingo, 14 de noviembre de 2010

Dualización Deshumanizadora


Si me lo preguntaran, no sabría decir si la pluma con la que escribo estas palabras está bendita o maldita. Lo que si pudiera responder es que esta pluma es un medio para yo meditar, es la voz de mi alma.

Quizás esa es la mejor respuesta. Desde poco tiempo atrás vengo cuestionando la extraña necesidad de “dualizar” todos los aspectos de nuestra vida. A todo pareciera que hay que darle un calificativo cuando la única división, esencial además, es si somos o no humanos. De allí no hace falta dualizar nada más.

Por lo que ser humano es ser comprensivo; la humanidad es comprensión.

Sin embargo, difícil nos resulta deslastrarnos de la seducción del juez moral. Aquel juez que nos susurra horrores e ilusiones y, en base a ellas, condenamos o felicitamos. La lucha está en dejar atrás esta seducción pero ¿qué alma ha llegado a tal punto de elevación como para no emitir siquiera juicio alguno, incluso a nivel inconsciente? Decir que ninguna no me define como pesimista; al contrario, es el realismo que nos dice que hasta los mártires han dado su vida, en el proceso de comprender la humanidad, partiendo de “dualizaciones” anteriores.

Esto pudiera leerse desesperanzador, sin embargo, al leer entre líneas, podemos hallar una explicación que nos revela que todavía hay posibilidades de darle vuelta al tablero. La comprensión de la humanidad si bien inicia con una “dualización” previa no significa que la humanidad per se es dual; la humanidad es, para consigo misma, relacional: todas sus características no son espíritus diferentes, no evocan distintos tipos de humanidad. Sus colores son pertenecientes a un mismo espíritu.

Cabe aquí preguntarse, ¿si la humanidad es para consigo misma relacional, por qué el proceso de su comprensión parte de una dualización previa?

La comprensión de la humanidad pasa por comprender, a su vez, el mundo donde nos permitimos o no ser humanos y hasta qué punto lo estamos siendo. Al comprender el mundo, vamos comprendiendo el proceso de dualizaciones que nos han signado. El mundo es entonces el marco o la superestructura “dualizante”, el lugar donde se produce una falsa conciencia que nos hace creer que el todo es un “uno en dos”.

Comprender el mundo nos muestra que la dualización es un proceso reproducido por nosotros mismos. Vale entonces hacer el llamado a rastrear, históricamente, los orígenes de este proceso para poder arrojar las claves de su abolición.

Como bien pueden observar, mi pluma refleja lo que en esta madrugada medito y les comenta lo que mi alma opina al respecto. No hay, pues, una pluma buena o mala, alegre o triste, sino una pluma que relaciona todas las tonalidades buscando invertir la ecuación hasta ahora hegemónica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario